sábado, 7 de febrero de 2009

Como si fuera la primera vez

¿Te acuerdas de tu primer beso, de tu primer día de escuela o de la primera vez que saliste de viaje solo?  ¿Te acuerdas de la primera noche junto a tu pareja, sus primeras vacaciones juntos  o el primer día que salieron rumbo al trabajo desde su nueva casa?   Las primeras veces de todo son, generalmente, fácilmente identificables.  Particularmente si son eventos que marcaron nuestra vida, van dejando registro en nuestra memoria, ya sea a través del recuerdo, a veces por medio de fotos, videos o incluso de la remembranza compartida donde cada uno recuerda detalles distintos y, a veces, hasta un poco dispares.   Efectivamente, la memoria humana nos juega trucos y va matizando la experiencia para enriquecerla a su manera.

No obstante, en el otro extremo del espectro están aquellos eventos que también recordaremos, pero que, por lo general, nunca identificamos mientras ocurren sino hasta que la posibilidad de repetirse se vuelve un imposible; me refiero a las últimas veces de algo.



¿Cuándo será nuestra última comida juntos, cuándo la última vez que nos levantemos de la misma cama, que comamos en la misma mesa o que nos digamos por última vez “buenas noches”?  ¿Cuál será el último beso?  ¿Cuándo la última vez que nos miremos como amigos, como amantes, como pareja o, incluso, cuándo la última vez que nos miremos del todo?   Eso nunca lo sabremos, quizá, sino hasta que haya ocurrido un evento que marque una separación del objeto antes amado.  Lo sabremos cuando, una vez más, a través de la memoria añoremos o rememoremos aquellos días al lado de alguien importante y que hoy ya no está más en nuestras vidas.  Aquí una vez más hacen su presencia las ayudas de los medios de registro electrónicos… videos, e-mails, fotos…   Sin embargo, no siempre queda un registro de esta naturaleza en tales instrumentos y la última vez de algo sólo queda en la memoria del corazón.

La actividad de la vida urbana, y cada vez más también la no tan urbana, nos sumerge en un ritmo frenético de quehacer en donde ya no tenemos tiempo para muchas cosas; donde los besos de despedida para ir a trabajar (si es que se siguen dando) son más bien automáticos y fugaces porque hay tanta prisa por correr, por llegar, por salir.   En otro sentido, las relaciones se transforman, por no decir que se desgastan, y que aquellos detalles y atenciones se van espaciando de tal manera que, casi sin darnos cuenta, nos cubren con el patinado velo de la rutina haciéndonos de pronto a vivir una vida en sepia.

Cuántas veces, cuando una separación obligada se da, particularmente por muerte o por un alejamiento definitivo no deseado, nos lamentamos y reprochamos el no haber hecho o dicho cosas importantes con el ser amado.  No haber tenido más tiempo para estar juntos, para soñar juntos, para besarse, para abrazarse…   tal y como buscaban hacerlo aquella primera vez.  Lamentablemente el tiempo no tiene marcha atrás y para el fin de la vida no hay reversa, y no es sino hasta que el objeto amado se aleja de nosotros que “despertamos” y echamos de menos lo que se tuvo pero ya no se veía, lo que estaba pero ya no se podía apreciar tras la sombra de la rutina.

Propongo pues hacer cada acto de demostración afectiva uno que pueda parecerse al de la primera vez; es decir, uno muy consciente, muy emotivo y realmente significativo.   Hoy parece ocioso y hasta impráctico tomar en serio una propuesta de esta naturaleza, pero créeme, querido amigo, o querida amiga, que no lo es tanto a la luz de la pérdida.   Hacer un breve alto en sus vidas, en su relación, y plantearse qué cosas son diferentes hoy a lo que solían ser como las primeras veces.  ¿Recuerdas en primera instancia por qué te enamoraste de tu pareja?; ¿Sabes qué es lo que hacías que le fue enamorando tanto?  Y si ya lo has identificado, o siempre lo has sabido, ¿es algo que sigues haciendo o de pronto ha perdido sentido y ya no existe más?   Por supuesto que toda relación es dinámica y está sujeta a la transformación, como he dicho; sin embargo, tomar en cuenta que hay cosas que podríamos retomar de aquellas primeras veces y que pueden traer de vuelta las sensaciones y las emociones que fijaron momentos memorables es algo que considero vale la pena, ¿no es así?

¿Qué pasaría si hoy hicieras un esfuerzo consciente y trataras de mirar a la persona que más quieres como si fuera la primera vez?  Verías, por supuesto, que ya no es la misma, pero en realidad tú tampoco lo eres del todo y, sin embargo, hay algo que existe entre Ustedes desde la primera vez.   Y qué pasa si, mañana, sin anunciarlo, retomas algo de lo que hacías aquellas primeras veces y hoy no es tan frecuente o ha desaparecido del todo.  ¿Por qué pensar que la cantidad (y calidad) de besos y caricias del noviazgo hoy no son tan necesarias?    Mírale a los ojos… deja que la memoria del corazón te lleve por los caminos ya transitados en el pasado y reencuéntrate con aquello olvidado.  Si es necesario, perdona… pide perdón… no esperes a tener sólo el recuerdo de “aquella última vez” taladrando tu mente y tu alma; es verdad que nunca hay del todo segundas oportunidades si lo piensas; siempre son nuevas oportunidades de redefinir una relación; siempre puedes hacer como si fuera la primera vez.

Mario Guerra

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen articulo, Mario, de verdad me has hecho pensar en todo lo que he venido dejando de hacer y de disfrurtar como nates, por dejarme invadir por el tedio y la rutina.

Bien por ti y sigue adelante, ya tienes un fan más.

Anónimo dijo...

Hola Mario! Hoy te conocí a través de la radio.M e metí a tu espacio en internet y leí este artículo, que me parece exelente. estoy viviendo una situación de duelo, mi esposo se fué de la casa hace ya un año y medio, y como dices en el artículo, no me di cuenta de nada hasta que no hubo vuelta atrás. Y me pregunto. ¿Porqué hasta ahora me he dado cuenta de tantas cosas? ¿Me sirve de algo enterarme de que pude hacer algo y no lo hice? creo que solamente me ha hacho sentir mas dolor, estoy atorada, qué puedo hacer?
Alina

Anónimo dijo...

Leo tu artículo y pienso........me quedo pensando y en algunas ocasiones las buenas intenciones no bastan, el intento de no perder la magia, no es ni será suficiente, se requiere de un "trabajo de equipo", añoro mi vida en pareja, pero no bastaba con mi deseo y mis esfuerzos, para seguir era necesario que ambos trabajáramos juntos hacia un mismo fin. La vida es tan breve y cuando nos damos cuenta se nos va entre los dedos como arena de mar.

Anónimo dijo...

Hola. Mario acabo de leer tu articulo. muy padre mientras dure el sueño de vivieron felices para siempre pero que pasa con la promesa de en las buenas y en las malas con esa historia en común que cuando sube la marea uno d los decide abandonar el barco, creo que para q algo como lo q citas se de es necesario usar mas el corazón q la razón pero ambos y el querer mas q el deber difícil labor comprometerse para dar mutuamente. hoy m quedo con añoranza de lo vivido y con la enorme satisfacción de que trabaje con el corazón los resultados no son siempre lo que esperamos. Agradezco a Dios el ponerte en mi camino en este instante por la tierra llamado vida.

Anónimo dijo...

GCM.
Bueno pues no, pude evitar llorar al leer esto, si pues ya es tarde, pero con la fe de ser mejor pareja la siguiente ocasion cuando este lista y arregle todo lo que debo reparar en mi.
Bello articulo y ojalá tenga oportunidad de que usted sea mi terpeuta.

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